Visto el día gris y lluvioso, sólo osé franquear la puerta lo estricto necesario: víveres del mercado a la mañana y víveres para el alma a la tarde: comprar un lienzo y unos colores al óleo.
Pese a lo pequeño de mi apartamento, cómo se convierte en acogedor en estas tardes frías, cuando unas velas parpadean y los sabores pasan al estómago al son de unas conversaciones...
Claudia! cuanto tiempo!